La gran mayoría, por no decir toda la iglesia desconoce la historia de la iglesia a lo largo de la historia, y menos aún la historia desde la reforma hasta nuestros días, es por lo tanto importante y menester que se dicten cursos en las iglesias en los cuáles se desarrollen temas como la historia de la iglesia, y la historia de la iglesia contemporánea, para que así los cristianos tengan conciencia de los diferentes aspectos y procesos por los que tuvo que pasar la iglesia hasta llegar a conformarse tal cual la conocemos hoy en día. Es importante señalar los aspectos claves y los personajes protagónicos de esta historia pues no vamos a identificar en gran manera con más de uno de ellos, y también así nos daremos cuenta de que ciertas cosas por las que ellos empezaron sus obras reformadoras, y por las cuales alzaron su voz de lucha siguen estando presentes en nuestras iglesias, pero lo único que cambia es el contexto; el objetivo principal de cada uno de los reformadores, consiente o inconscientemente, fue tratar de que la iglesia vuelva a su forma original tal y como fue fundada en el primer siglo, sin estructuras complejas, ni varios obstáculos que a modo de “pruebas” limitan el crecimiento de las iglesias y sobre todo aportan para que cada vez menos personas se vuelvan al camino que Cristo trazó, el camino de la salvación. Las iglesias de estos días siguen teniendo la esperanza y el objetivo de regresar al modelo de iglesia neotestamentario, la Iglesia de Cristo, por esto se debe prestar especial atención (aparte de los grandes reformadores del siglo XVI) a James O´Kelly, Abner Jones, Barton W. Stone, Tomás y Alejandro Campbell, que al igual que Martín Lutero, Ulrico Zwinglio, Juan Calvino fueron líderes religiosos que al estudiar independientemente la Palabra intentaron regresar al patrón del Nuevo Testamento, más allá del catolicismo romano y del denominacionalismo protestante hasta llegar a la iglesia del primer siglo. Además se debe tener en cuenta que cualquier credo, doctrina o ritual que no está en la Biblia, y en especial en el Nuevo Testamento la iglesia debe negarlo y oponerse completamente, pues al igual que el destino manifiesto esto da lugar a que surjan varias desviaciones y prostituya la verdad. Todo esto llevará a tener una conciencia clara del papel fundamental de la iglesia como reunión de los salvos aquí en la tierra, y del alcance qué esta tiene y consecuentemente el crecimiento tanto espiritual como un número de creyentes se verá influido por la obediencia y resguardo de la doctrina del Nuevo Testamento.
La iglesia a partir de la reforma iniciada en el siglo XVI, hasta nuestros días no ha tenido cambios significativos, sino mas bien que se ha estancado, incluso hasta convertirse en un simple ritualismo lleno de misticismo; y he llegado a ser un mero club social donde lo único importante es guardar las relaciones con los demás hermanos, despreocupándose por completo del verdadero sentido del cristianismo, y de la santidad que debe guardar cada uno de los cristianos que forman las cogregaciones. Es por esta razón principalmente que la iglesia de nuestros días merece una reforma inmediata pues ya no es la iglesia, sino son varias iglesias divididas por el denominacionalismo, sus doctrinas, prácticas y ritos -muchos de ellos originados en la mente del hombre, sin tomar en cuenta en lo mínimo los criterios establecidos en la Biblia, especialmente en el Nuevo Testamento. La iglesia se ha encargado por mucho tiempo a “evangelizar a los evangelizados”, siendo el objetivo principal “…visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo.” (Stg 1:27 RV1960), cosa que no se está cumpliendo, y si se las cumple es sólo superficialmente.
Las iglesias se han preocupado del éxito, reconocimiento, crecimiento físico pero todo esto lleva a distorsionar la Verdad y a manipular a las personas, lo cual deja por debajo la meta principal de la reforma protestante; es importante señalar que la iglesia merece y necesita regresar al patrón neotestamentario con la pureza de su doctrina y de sus prácticas, deshaciendo nombres y credos denominacionales y usar solamente el nombre “cristiano”, siendo miembros de la iglesia del Señor solamente.
Chevere!!
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